Antes de empezar, os contaré que se me cayó el móvil y se me partió por varios sitios, por lo que no pude hacer fotos. Igualmente, os dejo algunas de zonas cercanas a donde estuve, aunque claro, no es lo mismo…
El pasado fin de semana decidí pegarme el madrugón para lanzarme a la carretera con mi fiel compañera de dos ruedas. Arranqué desde la Casa de Campo en Madrid, ese parque que cada vez me sorprende más con sus caminos serpenteantes y sus vistas curiosamente relajantes para estar tan cerca del bullicio urbano y que tan poco me gusta. Confieso que me tentó quedarme tomando un café en una de sus terrazas, pero el hormigueo en el cuerpo por conquistar la Sierra de Gredos era más fuerte. Ya tomaría el café con mejores vistas.
La ruta en moto desde la capital hasta Ávila está plagada de sorpresas. Nada más salir de la ciudad, notas cómo el paisaje se transforma: el tráfico denso va quedando atrás y, en su lugar, aparecen carreteras más despejadas, curvas para disfrutar como un niño y la sensación de libertad que tanto nos engancha a los moteros. En algún punto, me crucé con otro grupo que iba bien equipado; por un segundo, me planteé unirme a ellos. Pero mi misión era clara: ¡llegar a Gredos para empaparme de la naturaleza!
Mientras avanzaba, el paisaje se volvió cada vez más montañoso. Subir esas cuestas rodeado de árboles y un aroma a pino que te refresca el alma no tiene precio. Eso sí, ojo con las curvas cerradas; si vas despistado disfrutando del panorama, podría darse algún sustillo. A mitad de camino, paré en un pequeño pueblo para reponer fuerzas con un bocata de tortilla (y de paso, aprovechar para presumir de mi moto ante algún curioso).
La llegada a la Sierra de Gredos fue la guinda del pastel. Parece mentira que a tan poco tiempo de Madrid puedas encontrarte con esas cumbres imponentes y un entorno que invita a aparcar la moto para respirar aire puro. Disfruté de una pequeña caminata —eso sí, sin olvidarme de que llevaba las botas de la moto puestas— y, aunque no es el calzado más cómodo para el senderismo, lo solucioné con unas risas y alguna que otra foto graciosa.
Al final del día, regresé a casa con la cara llena de viento, el corazón contento y el depósito de anécdotas más que lleno. Recomiendo esta ruta a todo aquel que busque una escapada breve pero intensa, con curvas divertidas, vistas increíbles y, sobre todo, ese cosquilleo de aventura que nos engancha a los amantes de las motos. ¡Anímate y cuéntame cómo te va en tu propia ruta hacia Gredos! Aquí estaré, listo para echar unas risas y quizá, ¿quién sabe?, poner rumbo a un nuevo destino en la próxima salida.
Dando Gas - 2025