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Nuestros rituales

Todos tenemos manías, pero cuando se trata de la moto, la palabra manía deja de existir y la llamamos rituales. ¿cuál es el tuyo?

Si eres de los que vive sobre dos ruedas, seguro que tienes tus pequeños rituales antes de cada salida. Y no, no me refiero a encender una vela en honor a Valentino Rossi (aunque no estaría mal), sino a esas costumbres que repetimos casi sin darnos cuenta, pero que hacen que cada ruta empiece con el pie derecho.

Arrancando, pura magia

Para los moteros, encender la moto no es solo girar una llave o pulsar un botón. Es un momento muy personal y sagrado. Algunos la dejan calentar con paciencia, otros le dan un pequeño acelerón para “despertarla” (sí, sabemos que no es lo mejor, pero la emoción manda). Ese rugido inicial es la confirmación de que estamos listos para lo que venga.

El ajuste del equipo, que no falte

Antes de salir, revisamos cada detalle como si estuviéramos a punto de despegar un cohete a la luna:

  • Casco bien ajustado, sin que apriete mucho, pero que no quede flojo, ni un poquito.

  • Guantes en su sitio y sin dedos torcidos (porque a veces pasa y es un horror, lección aprendida de mis inicios).

  • Chaqueta cerrada y ventilaciones listas según el clima.

  • Botas bien atadas, porque nadie quiere perder una en plena marcha.

Mi ritual con la moto

Un buen motero no confía a ciegas en su máquina, sobre todo porque depende de el mismo que esté en buenas condiciones. Antes de rodar, echamos un vistazo rápido pero clave:

  • Presión de los neumáticos: Unos neumáticos bien inflados pueden ser la diferencia entre una curva perfecta y un susto innecesario.

  • Nivel de gasolina: Porque nadie quiere hacer de empujamoto en medio de la ruta. De lo peor que puede pasar.

  • Luces y frenos: Asegurarse de que todo responde como debe es un gesto de amor hacia la moto (y hacia nuestra seguridad).

El momento del “vamos a darle”

Ya listos, llega ese instante en el que miramos a los compañeros de ruta (si los hay) y con un simple gesto, una mirada o un pulgar arriba, nos entendemos. Porque en el mundo motero, muchas veces las palabras sobran.

Giramos el puño, sentimos como ruge moto y todo lo demás desaparece. Solo quedamos nosotros, la carretera y el sonido del motor. Y ahí es cuando sabemos que estamos donde debemos estar. Nuestro sitio.

¿Y tú? ¿Tienes algún ritual motero que no puedes dejar de hacer antes de rodar? Cuéntamelo en los comentarios y nos echamos unas risas entre moteros.

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